Una semana, más de mil quilómetros, una mini casa (como las que aparecen en el programa de televisión), lecturas sobre zen y un sinfín de desencuentros con el arte... y sin embargo, Francia.
La cosa era realizar un viaje medio trabajo - medio ocio. Cruzamos la frontera y nada más pisar tierra francesa en el pueblo de Porta encontramos un cartel, tan grande como chapucero, que decía "Exposició Ràfols Casamada et autres peintres". Parecía el presagio de un buen comienzo
artístico, pero no... estaba cerrado.
Seguimos nuestro camino hasta alcanzar destino y alojamiento: una mini casa amarilla con interior recubierto de pino y una coqueta terraza en el condado de Gers. Este si fue el detonante
para disfrutar de una ociosa semana.
Gers es un lugar para descubrir: grandes extensiones de girasoles "pintados" de intenso color amarillo, una especie de mural "vanghoriano" en estado puro; infinidad de carreteras secundarias; minúsculos pueblos medievales donde nunca falta una enorme iglesia gótica con campanario (de hecho, en algunos de los pueblecitos es casi lo único que hay); algunas boulangeries con exquitos croissants de mantequilla; ausencia total de humanos en favor de una presencia constante de
pájaros, ciervos y otros seres de la especie animal no humanoide.
En Gimont me crucé con Axel, un tipo curioso que dirige una tienda de antigüedades donde vi algunas obras de Van Haardt que me gustaron mucho. A partir de aquí: En Toulouse todas las galerías de arte estaban cerradas; en Auch el Espace d'Art Contemporain estaba cerrado; en Masseube un artista con el que tenía acordada una cita me dio plantón; y así, uno tras otro de mis
propósitos profesionales se fueron al traste.
Me convencieron de que el universo me estaba enviando una señal: "Cristina, disfruta de tu semana de descanso, te lo mereces". Fue así como me rendí a una siesta por tarde, algunas películas, varias lecturas, prácticas de yoga matutinas, silencio, fría cerveza francesa y descanso. Sin más.
Reconozco que estoy "enganchada" a mi trabajo, mi cabeza es un hervidero constante de ideas y "lo que hago y lo que me gusta" se confunden constantemente. Sin embargo hay un día que se hace el silencio. Dice la tradición "cuando se practica el zazén, simplemente se practica el zazén”(*)
Y así, pim pam, he vuelto renovada y con nueva energía. Por eso Francia siempre es una buena idea...
(*)Pasaje de: Shunryu Suzuki. “Mente Zen, mente de principiante”.
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