Hace unos días estaba con mis chicas (alumnas de historia del arte) e hicimos un viaje a través de las obras de Hooper.
Mucho se ha dicho sobre esta autor, sobretodo que lo suyo es una radiografía plástica sobre la vida y los estados de ánimo de la sociedad norteamericana de mediados de siglo. Sin embargo, si fuera sólo una cuestión de identificación, ¿no resultaría curioso que gente de distintos lugares y tiempos se sientan conmovidos por la obras de Edward Hooper?
Las chicas empezaron la clase viendo cuadros figurativos, planos y coloridos. Hora y media más tarde detectaban las figuras geométricas, los juegos de luz y sombra, varios elementos reiterativos y sobretodo se dejaron fascinar por la falta de puntos de fuga que nos invitan a seguir la lectura de los cuadros más allá de los cuadros.
Cada obra un nuevo misterio para discernir que mira el personaje, que se esconde detrás de ese oscuro bosque, porque está triste la chica o los caballeros toman el sol vestidos. Y en cualquier caso, en todas las obras de Hooper, siempre hay "un algo" fuera del plano que el espectador consciente trata de descubrir.
Así son las obras de Edward Hooper, una especie de juego de "pistas" que el espectador ha de recomponer, a modo de detective, para terminar por crear una historia, la historia de cada uno de los cuadros.
Y así disfrutamos de nuestra clase.
Me esfuerzo para que mis alumnos comprendan que la pintura es un lenguaje en si mismo, que salgan de una lectura sesgada producto de nuestra realidad inmediata para adentrarse en nuevas lecturas.
Dicho de otro modo: de la misma manera que para hablar inglés hay que estudiar y comprender la gramática y el vocabulario inglés, la plástica tiene sus propias reglas de interpretación. De la misma manera que el catalán de un barcelonés y de un leridano suenan distinto, igual ocurre con cada artista con el que dialogamos.
La música, la fotografía, la escultura, la pintura e incluso la literatura son realidad en si misma, con sus reglas, con sus trampas. Abstráete de tu propia cotidianidad y disfrutarás inmensamente de otras realidades, distintas pero igual de auténticas que la nuestra.
Palabra de espectadora...
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