"Y que el cielo me libre de cordura"
Silvio Rodríguez
Anoche nos fuimos de cena Júlia, Ángela y una servidora para celebrar el fin la muestra "Empremtes" de Júlia Perelló. Artistas y amigas por ese orden y ante todo mujeres, aún con las ideas más o menos claras, seguras de si mismas.
Más o menos claras, las ideas digo, porque es parte de la condición humana desconocer la verdad absoluta y estar sometidos a la inestabilidad de las emociones. Sin embargo, tienen mentes profundamente lúcidas producto de una reflexión apasionada sobre quienes son, una sensibilidad educada y una voluntad constante por ser cada día mejores.
Básicamente nadie de su entorno las considerada "normales" (a mí tampoco se me tiene por estándar y eso que no soy artista) Llegados a este punto parece inevitable preguntarse "qué es normal?"
Sinceramente, llegados a este punto, me importa muy poco lo que se considere por normal. Hace unos días una psicóloga decía "Normal? Que es normal? Aunque bueno, si es necesario volvamos a la realidad y hagamos terapia"
La normalidad, lo estandarizado está profundamente sobrevalorado.
Se conoce que el estilo de vida occidental, sobre el pilar de una sociedad abierta al mundo y profundamente capitalista, favorece la libertad para que cada uno e nosotros diga, haga y piense lo que prefiera. Aquí y ahora lo digo, FALSO.
Falso. No porque nos obliguen a nada o a todo en concreto, falso porque se ha decidido sucumbir a una vida marcada por las obligaciones sociales: cómo distribuimos nuestro tiempo, qué comemos, qué compramos, dónde viajamos, qué nos interesa o nos deja interesar, qué ropa vestimos... está estandarizado y se acepta. Si está de moda el country bailamos country, si está de moda el yoga practicamos yoga (*), si está de moda el pantalón a cuadros nos ponemos pantalón a cuadros.
Por alguna extraña razón la gente (y mira... hoy no voy a usar el plural mayestático, voy hacer valer las veces que me han dicho que no soy normal a mi favor) la gente ha decidido que quieren formar parte de una masa homogénea y "no dar la nota".
Por eso seguramente Júlia, Ángela y una servidora (y para mi fortuna algunas personas más de mi entorno), a ojos de la mayoría, no somos normales.
Tengo la sensación que vivir en el arte (como creador o espectador) tiene mucho que ver con el atrevimiento de los que no somos normales, los que preferimos leer el libro antes que ver la película, o dicho más claramente, los que optamos por un estilo de vida menos convencional, y si, mucho más libre. Libertad para no seguir la masa.
Libertad que sin duda tiene un precio: has de ser honesto contigo mismo, ignorar a los que se atreven a juzgarte, comprometerte con ser cada día mejor y sobretodo (y para mi lo más interesante) mantener siempre viva la curiosidad.
Sinceramente, a mi la normalidad no me parece para nada normal...
(*) Llevo la mitad de mi vida practicando yoga, la mitad literalmente. No pienso decir cuando años son aunque sí, ya son muchos. Me atrevo a denunciar (como no soy normal hasta se espera que lo haga) que todo lo que se publica sobre un supuesto yoga en redes sociales no es más que exhibicionismo y me estoy cansando que se trafique con la filosofía yoga.
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